Las tensiones en el conflicto entre Ucrania y Rusia se han intensificado ante la posibilidad de que Ucrania comience a utilizar misiles de largo alcance en su lucha contra Rusia, una opción hasta ahora vetada por los aliados occidentales. Medios de comunicación estadounidenses, como The Washington Post y The New York Times, han informado que el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, habría dado su consentimiento para que Ucrania utilice el sistema de misiles ATACMs (Sistema de Misiles Tácticos del Ejército), lo que permitiría ataques profundos en territorio ruso.
Las reacciones en Rusia no se han hecho esperar, con funcionarios de alto rango advirtiendo sobre las consecuencias catastróficas de tal decisión. Andrei Klishas, alto miembro del Consejo de la Federación, la Cámara alta del parlamento ruso, expresó en su cuenta de Telegram que Occidente estaría llevando la situación a un nivel insostenible que podría llevar al colapso del Estado ucraniano.
Vladimir Dzhabarov, vicepresidente primero de la Comisión de Asuntos Internacionales de la Cámara Alta rusa, fue aún más contundente al afirmar que la autorización de misiles de largo alcance a Ucrania sería "un gran paso hacia el inicio de la Tercera Guerra Mundial".
Por su parte, el presidente ucraniano, Volodimir Zelensky, ha mostrado cautela ante los informes, señalando que no se lleva a cabo ninguna acción de este tipo con simples declaraciones. En su discurso, mencionó que "los misiles hablarán por sí solos" si finalmente se autoriza su uso. A pesar de esto, Zelensky ha solicitado durante meses a sus aliados occidentales la posibilidad de utilizar estos misiles para atacar centros logísticos y aeródromos rusos, en un intento por debilitar la infraestructura militar de Rusia.
A pesar de los informes sobre la autorización de Biden, ni la Casa Blanca ni el presidente de EE.UU. se han pronunciado oficialmente al respecto. Mientras tanto, Rusia continúa con sus advertencias, recordando las palabras de su presidente Vladimir Putin, quien en septiembre dijo que el uso de misiles de largo alcance en territorio ruso cambiaría "la esencia" del conflicto, lo que podría implicar una escalada significativa.
La situación se complica aún más en el contexto actual, ya que el presidente ruso ha recurrido a Norcorea para que envíe miles de soldados a la frontera norte de Ucrania, con el objetivo de recuperar territorios ocupados por las fuerzas ucranianas. Este nuevo giro en el conflicto ha provocado un aumento de las alertas internacionales sobre la posible expansión de la guerra a un nivel global.
Además, Ucrania teme que la llegada de Donald Trump a la presidencia de EE.UU., prevista para enero próximo, pueda suponer un cambio en la política estadounidense hacia su país, poniendo en peligro la continuidad de la ayuda financiera y militar que recibe de Occidente. La incertidumbre sobre este futuro cambio en la administración estadounidense añade un factor de presión para el gobierno ucraniano, que busca asegurar el respaldo necesario para su defensa.