La presidenta de México, Claudia Sheinbaum, presentó una ambiciosa iniciativa de reforma constitucional para prohibir la siembra y cultivo de maíz transgénico en el territorio nacional. El proyecto, que será discutido en febrero próximo por el Congreso, propone modificar los artículos 4 y 27 de la Constitución para garantizar la conservación de los maíces nativos y fomentar su manejo agroecológico.  

La propuesta reconoce al maíz como un elemento central de la identidad nacional mexicana, destacando su relevancia cultural, histórica y nutricional. Según el texto, "el maíz es un elemento de identidad nacional cuyo cultivo debe ser libre de transgénicos en territorio nacional, priorizando su manejo agroecológico".  

El decreto también establece que el Estado debe promover el desarrollo rural integral, asegurando empleo y bienestar a las comunidades campesinas mientras fomenta el uso sostenible de la tierra.  

La exposición de motivos resalta que la Constitución ya garantiza el derecho a un medio ambiente sano y una alimentación nutritiva, suficiente y de calidad. En este marco, la reforma subraya la importancia de proteger la biodiversidad del país, considerada un patrimonio estratégico.  

"La biodiversidad de los maíces nativos es resultado de ocho milenios de adaptación por parte de los agricultores mexicanos. Representa un bien público estratégico que debe preservarse", subraya el documento.  

Asimismo, el proyecto señala que prohibir los cultivos transgénicos es una medida adoptada por países como Alemania e Italia, lo que refuerza la viabilidad de la propuesta en un contexto global.  

El maíz es mucho más que un cultivo para México: es el alimento básico del país y un símbolo de su cocina tradicional. El consumo promedio diario de maíz en México es de 328 gramos por persona, aportando cerca del 40% de las proteínas y calorías requeridas, así como casi el 50% del calcio diario.  

En 2010, la cocina tradicional mexicana, basada en el maíz, fue reconocida como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la UNESCO, destacándose más de 600 platillos derivados del cereal.  

La reforma ha generado un intenso debate entre sectores agrícolas, organizaciones ambientalistas y actores políticos. Mientras algunos celebran la medida como un paso necesario para proteger el patrimonio biocultural del país, otros advierten sobre posibles tensiones con los intereses comerciales de la agroindustria.  

El Congreso tendrá la última palabra en esta iniciativa que busca no solo preservar el maíz nativo de México, sino también sentar un precedente en la lucha global por la soberanía alimentaria y la sostenibilidad ambiental.