En un inusual caso de fraude, cuatro residentes de Los Ángeles fueron arrestados como parte de la "Operación Garra de Oso", una investigación llevada a cabo por el Departamento de Seguros de California. Los sospechosos intentaron defraudar a tres aseguradoras por un monto total de casi 142 mil dólares, alegando que un oso había causado graves daños a sus vehículos de lujo, entre ellos un Rolls-Royce y dos Mercedes-Benz.
El grupo presentó videos y fotografías como supuesta evidencia de los incidentes, mostrando un “oso” dentro de los autos, con rasguños visibles en los asientos y puertas. Sin embargo, una de las aseguradoras involucradas notó incongruencias y sospechó que el "oso" era en realidad alguien disfrazado.
La investigación reveló que los sospechosos habían presentado reclamaciones similares a otras dos compañías de seguros, todas con la misma fecha y lugar de los incidentes. Un biólogo del Departamento de Pesca y Vida Silvestre de California revisó las grabaciones y concluyó que el animal en los videos era “claramente un humano en un traje de oso”.
Tras obtener una orden de registro, los detectives localizaron el disfraz en la residencia de los implicados, confirmando el fraude. Hasta el momento, no se ha informado si los acusados han contratado representación legal.
Aunque este caso resultó ser un montaje, la presencia de osos reales en áreas habitadas de California sigue siendo un problema creciente. Desde Lake Tahoe hasta los suburbios de Los Ángeles, osos han irrumpido en hogares, abierto refrigeradores e incluso disfrutado de jacuzzis privados en busca de comida.
Este incidente no solo expone los riesgos del fraude contra aseguradoras, sino que también llama la atención sobre la necesidad de abordar el conflicto entre la fauna silvestre y las áreas urbanas. Las autoridades han señalado que casos como este, además de ser un delito grave, desvían recursos que podrían ser utilizados para proteger tanto a los ciudadanos como a los animales.
La "Operación Garra de Oso" ha dejado en claro que, en California, ni siquiera un disfraz bien confeccionado puede escapar al ojo crítico de las aseguradoras y los expertos en vida silvestre.