Las secuelas del huracán John han dejado una estela de destrucción en el puerto, arrebatando los sueños y la estabilidad de cientos de familias. Entre ellas, la de Verónica López Galindo, quien vio cómo su hogar, construido con esfuerzo y sacrificio, era engullido por las aguas.

Ubicada en la Colonia Los Olivos, la vivienda de Verónica, edificada junto a un río, no resistió la fuerza de la naturaleza. Los cimientos cedieron, las paredes se derrumbaron y el agua arrasó con todo a su paso. "Ya nada volverá a ser como antes", lamenta Verónica, quien recuerda con angustia los momentos en que su hogar se desmoronaba.

El huracán John, que azotó Guerrero con fuerza, dejó a su paso un panorama desolador. Miles de viviendas resultaron dañadas o destruidas, dejando a familias enteras sin un techo donde vivir. Laura Velázquez, coordinadora nacional de Protección Civil, informó que más de 236 mil personas resultaron afectadas en el estado, de las cuales 127 mil 844 son habitantes de Acapulco.

La historia de Verónica es un reflejo de la tragedia que viven miles de familias en el puerto. La pérdida de su hogar representa no solo un daño material, sino también emocional. Años de esfuerzo y sacrificio se vieron desvanecer en cuestión de horas.

Al igual que Verónica, Gloria Elia Hernández y su familia se encuentran en una situación precaria. Aunque su vivienda aún en pie, está a punto de colapsar. La incertidumbre y el miedo se han apoderado de ellos, obligándolos a abandonar su hogar y refugiarse en una vivienda improvisada.

Las imágenes de destrucción en Acapulco son desgarradoras. Casas inundadas, calles convertidas en ríos y escombros por doquier son el testimonio del poder de la naturaleza y la vulnerabilidad de las comunidades ante estos fenómenos.

La emergencia en Guerrero demanda una respuesta rápida y efectiva por parte de las autoridades. Es necesario brindar a los damnificados asistencia humanitaria, reconstruir las viviendas dañadas y fortalecer las medidas de prevención ante futuros desastres naturales.