Durante la pandemia de COVID-19, los dispositivos electrónicos jugaron un papel importante en la educación y el entretenimiento de niños y adolescentes. Fueron una herramienta útil para sostener el aprendizaje a distancia y la socialización virtual en momentos de aislamiento. Sin embargo, en los últimos años, han surgido numerosos estudios que advierten sobre los riesgos del uso excesivo de pantallas, especialmente en la salud emocional de los más jóvenes.
Uso de dispositivos en la infancia: ¿aliados o riesgos?
Una investigación internacional publicada por la Asociación Americana de Psicología (APA) analizó datos de casi 300 mil niños a partir de 117 estudios. Los resultados indican que pasar mucho tiempo frente a pantallas puede tener efectos negativos en el desarrollo emocional y conductual infantil. Según el doctor Michael Noetel, uno de los autores del informe, los niños usan cada vez más estos dispositivos para tareas escolares, entretenimiento y comunicación, lo que podría derivar en problemas como ansiedad y agresividad.
Los investigadores destacaron que las pantallas son parte del entorno cotidiano de la niñez actual y que muchos padres ya sospechan que su uso desmedido puede causar problemas socioemocionales. Para comprobarlo, el estudio se enfocó en responder dos preguntas clave: ¿el uso de pantallas provoca malestar emocional? ¿O son los problemas emocionales los que llevan a un mayor uso de pantallas?
Relación bidireccional entre pantallas y emociones
El análisis se centró en menores de hasta 10 años, y se monitorearon sus hábitos digitales por al menos seis meses. La investigación incluyó diversos tipos de exposición, como televisión, videojuegos, redes sociales y tareas escolares en línea. Los resultados mostraron una relación bidireccional: quienes pasaban más tiempo frente a pantallas presentaban más síntomas emocionales, y aquellos con malestar preexistente recurrían más a los dispositivos como vía de escape.
Este vínculo refuerza la idea de que las pantallas no solo pueden provocar malestar, sino también convertirse en una respuesta al mismo. Problemas como depresión, ansiedad, hiperactividad y conductas agresivas fueron algunos de los más observados. Según datos de la Organización Mundial de la Salud, la mitad de los trastornos mentales comienza antes de los 14 años, lo que hace aún más urgente prestar atención a estos factores desde la infancia.
Además del tiempo frente a los dispositivos, los investigadores subrayan la importancia de analizar el tipo de contenido que consumen los niños. Los videojuegos, por ejemplo, mostraron un mayor riesgo en comparación con otros usos. Esto es especialmente preocupante en menores con problemas emocionales, ya que tienden a buscar este tipo de entretenimiento como una forma de evasión.
Recomendaciones y estrategias para un uso más saludable
La doctora Roberta Vasconcellos, autora principal del estudio, señaló que comprender esta relación bidireccional puede ayudar a tomar decisiones más informadas en casa, en las escuelas y desde las políticas públicas. Su colega, el doctor Noetel, remarcó que no se trata solo de limitar el uso, sino también de entender los motivos detrás de la conexión constante: “Los padres deben observar qué buscan sus hijos en las pantallas y acompañarlos emocionalmente”.
En esa línea, la psiquiatra Geraldine Peronace recordó que la Sociedad Española de Pediatría recomienda evitar por completo el uso de pantallas en niños de 0 a 6 años. Para los mayores, sugiere limitarlo a un máximo de una hora diaria. También enfatizó la necesidad de fomentar actividades que involucren movimiento, juego físico y contacto con el entorno natural, ya que son esenciales para el desarrollo integral.