Enfrentar la sed rodeado de agua es una de las paradojas más crueles para un náufrago. Aunque el instinto puede llevar a beber agua de mar, esta decisión podría ser fatal. Lejos de hidratar, el agua salada acelera la deshidratación, poniendo en peligro la vida.
El agua de mar contiene altas concentraciones de sal, principalmente cloruro de sodio, que desequilibran el sistema interno del cuerpo humano. Cuando se consume, el intestino absorbe tanto el agua como las sales, generando un problema osmótico. Para eliminar el exceso de sodio, los riñones necesitan más agua de la que el cuerpo ingirió, lo que provoca una deshidratación aún mayor.
Por cada litro de agua de mar ingerido, el cuerpo requiere aproximadamente dos litros de agua para eliminar la sal. Esto no solo impide hidratarse, sino que reduce la cantidad total de líquidos en el organismo, afectando la presión arterial y el volumen sanguíneo (volemia).
Además, el agua de mar contiene compuestos como el sulfato de magnesio, que pueden causar diarrea y agravar aún más la pérdida de líquidos. En este círculo vicioso, el náufrago enfrenta un colapso circulatorio, insuficiencia renal e incluso la muerte.
Mientras los humanos no pueden sobrevivir consumiendo agua de mar, muchas especies marinas han desarrollado estrategias evolutivas para manejar la salinidad:
- **Peces óseos:** Expulsan el exceso de sal a través de sus branquias mediante mecanismos celulares especializados.
- **Tiburones:** Utilizan una glándula rectal para eliminar el sodio.
- **Tortugas marinas:** Poseen glándulas de sal en las órbitas oculares, lo que les permite expulsar sodio a través de lágrimas concentradas.
- **Mamíferos marinos (ballenas, delfines, focas):** No beben agua de mar. Obtienen la hidratación necesaria de sus presas y de la “agua metabólica” producida durante la respiración celular, un proceso en el que el hidrógeno y el oxígeno se combinan para formar agua dentro de las células.
El caso de los animales marinos subraya la necesidad de adaptaciones específicas para sobrevivir en entornos salinos. Para los humanos, sin embargo, la única solución para la sed en el océano es encontrar agua dulce o métodos de desalinización. Beber agua de mar, aunque tentador en situaciones desesperadas, no solo es inútil, sino potencialmente letal.
En el contexto de la supervivencia, este conocimiento refuerza la importancia de prepararse adecuadamente para condiciones extremas y de respetar los límites de nuestro cuerpo.