El jamón es un ingrediente común en miles de hogares por su practicidad y sabor, pero su consumo requiere precauciones. Un tema frecuente entre los consumidores es qué hacer cuando el jamón presenta una textura viscosa, también conocida como “babosa”. ¿Es seguro lavarlo y comerlo? La respuesta es clara: no.
De acuerdo con especialistas en seguridad alimentaria, esa textura resbalosa indica el inicio de la descomposición, generalmente provocada por el crecimiento de bacterias debido a un almacenamiento inadecuado, la exposición al aire o el vencimiento de la fecha de consumo preferente. Aunque este cambio no siempre viene acompañado de mal olor, es un claro signo de deterioro.
¿Se puede lavar el jamón para aprovecharlo?
La respuesta es contundente: lavar el jamón no elimina las bacterias ni revierte el proceso de descomposición. Incluso puede empeorar la situación al propagar microorganismos a otras superficies de la cocina y aumentar el riesgo de contaminación cruzada. Además, la textura viscosa suele indicar que el deterioro ya ha comenzado a nivel interno, por lo que su consumo representa un riesgo de intoxicación alimentaria.
¿Qué hacer si el jamón está baboso?
La mejor medida es desechar el producto de inmediato. Otros signos de que el jamón ya no es apto para su consumo incluyen:
• Cambio de color.
• Mal olor.
• Textura inusual o pegajosa.
Consejos para conservar el jamón en buen estado:
• Refrigerarlo inmediatamente después de abrirlo.
• Guardarlo en su empaque original bien cerrado o en un recipiente hermético.
• Evitar tocarlo con las manos sucias.
• No dejarlo expuesto al aire.
• Revisar y respetar la fecha de caducidad.
• No congelarlo si ya muestra señales de deterioro.
Aunque pueda parecer una solución práctica, lavar jamón en mal estado no lo hace seguro para el consumo. Cuando hay dudas sobre su frescura, lo más recomendable es desecharlo y prevenir riesgos a la salud, especialmente en personas vulnerables como niños, adultos mayores o personas con enfermedades crónicas. En temas de alimentación, más vale prevenir que lamentar.