Una ola de violencia sacude al municipio de Apatzingán, Michoacán, donde en los últimos días se han registrado al menos tres muertes a causa de artefactos explosivos improvisados, conocidos como minas terrestres. Estos hechos han encendido las alarmas en la región, ya que son atribuidos a la disputa territorial entre grupos criminales.
El pasado 12 de enero, una camioneta con blindaje artesanal fue encontrada calcinada en la comunidad de Las Bateas. En su interior, se localizaron los cuerpos de dos personas y restos de un artefacto explosivo. Según las autoridades, se trató de una mina terrestre que detonó al paso del vehículo.
Carlos Torres Piña, secretario de Gobierno de Michoacán, confirmó que la unidad habría sido utilizada por integrantes de un grupo criminal que opera en la zona de Tierra Caliente. "Todo indica que era un vehículo con blindaje artesanal", afirmó el funcionario.
La violencia no se detuvo ahí. Días después, Ramón Paz, un productor de limón y profesor rural de 68 años, perdió la vida al detonar una mina mientras circulaba en su camioneta por un camino rural. Con este nuevo caso, suman tres las víctimas mortales por este tipo de artefactos explosivos en menos de una semana.
Cabe recordar que el pasado jueves 9 de enero, un jornalero resultó herido al pisar una mina en un camino cercano a Apatzingán. Estos hechos han puesto en evidencia la presencia de talleres clandestinos donde se fabrican estos explosivos, los cuales son utilizados por grupos criminales como Los Viagras para controlar el territorio.
Las autoridades estatales y federales han iniciado investigaciones para dar con los responsables de estos hechos violentos y desarticular las células criminales que operan en la región. Sin embargo, la escalada de violencia en Apatzingán ha generado una profunda preocupación entre la población, que exige mayor seguridad y presencia de las fuerzas del orden.