Por César Vargas // Como una navaja el derechazo de Oliver Torres al minuto 47 se deslizó entre el viento cada vez más helado en el Estadio del Monterrey.
Estremeció las redes e hirió algo más que la resistencia del San Luis. Clavó su punta a los fantasmas que empezaban aparecer una vez en el destino albiazul.
Era el 1-0 para unos Rayados que parecían perder energía después de volcarse todo el primer tiempo en buscar de igualar el 1-2 con el que llegaron del partido de Ida.
El Monterrey estaba tendiendo el eslabón que tardó años en encontrar, tradúzcase así: el liderazgo en la cancha en los momentos importantes, en los claves, en los que marcan la historia, que marcan la diferencia entre los ganadores y los ya meritos.
La defensa del Atlético San Luis encabezada por su portero Andrés Sánchez, había despejado o atajado todo.
El técnico español Domenec Torrent se presentó con su plan, copando la media cancha en busca de neutralizar y salir en velocidad, con Macías, Dourado, Güemez, y la amenaza por derecha de Ricardo Chávez, arreglándoselas siempre por causar peligro en el extremo.
Mientras sobre el estadio del Monterrey los viejos fantasmas sobrevolaban, luego de que el gol se negaba a caer a pesar de la abrumadora propuesta rayada, el técnico Domenec mandó un mensaje:
Apareció durante para calentar en la cancha en el medio tiempo el peligroso Vitinho, lo que se interpretó como que después de resistir en el primer tiempo, el visitante buscaría matar en el contragolpe.
Pero vino el gol de Torres, y enseguida otro de Berterame, en contrarremate a tiro de Canales. 2-0, 3-2 global. Estallaba en el estadio.
Pero como el vida, los viejos patrones se resistir a desaparecer así como y así.
Entonces, ya con Vitinho y Bonatini en la cancha para el San Luis, vino un penal que provocó un traspié a la nueva fe albiazul.
Moreno empujó a Vitinho en el área, y tras la revisión en el VAR Salles-Lamonge hizo el 2-1, 3-3 global, con Monterrey avanzando por la posición de la tabla.
San Luis empujó, se arrojó al frente, abrumó, pero siempre apareció una pierna salvadora o el Mochis se agigantó para apagar el fuego.Entonces aparecieron las figuras para apagar el fuego en medio de la lluvia ligera, o más bien, avivar el fuego abiazul.
Autogol de Guillén a centro venenoso de Canales y presión de Ambriz, para el 3-1, 4-2 global.Y luego la sentencia: el 4-1 y el 5-1 con golazos de Torres y Brandon Vázquez, para el 5-1 y 6-3 global.
Un Gigante de Acero en llamas por la fuego de la pasión en un Monterrey guiado por un liderazgo inédito en los últimos tiempo. El equipo de Martín Demichelis está n la Final en espera de América o Cruz Azul, y Tato Noriega sonriente tras un partido donde se jugaba mucho.
Queda la sensación de que Rayados ganó esta noche mucho más que un partido o un pase a la Final. La historia lo dirá.
Foto: Jorge López