Dos ladrones enmascarados irrumpieron en la finca del Castillo de Windsor, uno de los principales símbolos de la realeza británica, y sustrajeron dos vehículos agrícolas en un audaz robo ocurrido el mes pasado. Según el tabloide *The Sun*, los delincuentes accedieron al recinto saltando una valla de dos metros de altura, en una operación que habrían planeado cuidadosamente.
Los ladrones consiguieron huir en un quad y una camioneta pick-up robados de una cochera en la finca. En su escape, destruyeron una puerta de seguridad con uno de los vehículos, marcando una de las brechas de seguridad más significativas en años recientes.
El príncipe Guillermo, su esposa Catalina, y sus tres hijos menores (de 11, 9 y 6 años) se encontraban en su residencia de Adelaide Cottage dentro de la finca al momento del incidente. Los reyes Carlos y Camila no estaban en el lugar.
La entrada utilizada por los delincuentes, ubicada cerca de Adelaide Cottage y conocida como la granja Shaw, quedó completamente destrozada y tuvo que ser reemplazada.
Una fuente citada por *The Sun* señaló que los delincuentes estudiaron la actividad del castillo antes de perpetrar el delito:
*"Debían de estar al corriente sobre dónde se encontraban los vehículos y cuándo era el mejor momento para actuar"*.
A pesar de las alarmas instaladas en la finca, el allanamiento solo fue detectado cuando los ladrones derribaron la barrera de seguridad durante su huida, lo que ha generado preocupaciones sobre la efectividad del sistema de seguridad.
Este no es el primer incidente que pone en entredicho la seguridad del Castillo de Windsor. En 2021, un hombre fue arrestado dentro de la finca portando una ballesta con la que supuestamente planeaba atentar contra la reina Isabel II.
La policía y las autoridades responsables de la seguridad real han iniciado una investigación para identificar a los responsables y prevenir futuros incidentes. Este suceso plantea nuevas preguntas sobre la protección de las propiedades reales, especialmente cuando miembros de la familia real están presentes.
Mientras tanto, la comunidad de Windsor permanece en alerta, preocupada por la vulnerabilidad de uno de los lugares más protegidos del Reino Unido.