Antes de que el gel para el cabello fuera inventado, se utilizaba para mantener el cabello asentado en su lugar, sustancias como la vaselina, aceite de maíz y aceite de Macasar. En la década de los años 20, el gel para el cabello fue elaborado mezclando agua y aceite mineral, espesando luego la mezcla con un tipo de cera, como la cera de abejas.
En 1914, en una pequeña farmacia ubicada en pleno centro de Buenos Aires (Florida al 600), el estudiante de veterinaria José Antonio Brancato creó el primer fijador para el cabello, que llevaría el nombre gomina como marca registrada. Para ello, mezcló goma arábiga, tragacanto de Persia y diferentes esencias.
Al poco tiempo la palabra "gomina" pasó a ser sinónimo de fijador. Un fijador que desplazó a los jabones y aceites utilizados para tal fin.
El invento argentino fue introducido en París en 1925 por Carlos Arce un porteño elegante frecuentador de cabarets y restaurantes de lujo. Arce fue descrito por Enrique Cadícamo, como un muchacho de veinticinco años, morocho y de excelente estatura.
Llevada por Arce y otros argentinos, la gomina se fue difundiendo en París, con la apariencia de una gelatina pastosa de color rojizo.
El consumidor debía ponerse un poco en las manos y luego desparramarla en el pelo húmedo antes de peinarse. Se formaba, entonces, una suerte de casquete en el cabello.
Para quitarla, había que friccionar el pelo con las manos y se desprendía un polvillo, un tipo de caspa artificial que afeaba las hombreras de la ropa oscura.