El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, anunció este lunes la reapertura de la histórica prisión de Alcatraz, cerrada desde 1963, con el objetivo de convertirla en una instalación de alta seguridad para alojar a los criminales más peligrosos del país.
“Alcatraz fue construida para los peores delincuentes, y eso es justo lo que necesitamos ahora”, declaró el mandatario en conferencia desde la Casa Blanca, donde aseguró que esta medida responde a la necesidad de reforzar el sistema penitenciario ante el incremento de la violencia en algunas regiones del país.
Ubicada en una isla rocosa en la bahía de San Francisco, Alcatraz operó como prisión federal de máxima seguridad entre 1934 y 1963. Por sus celdas pasaron figuras emblemáticas del crimen como Al Capone, George “Machine Gun” Kelly, Robert Stroud (el “Hombre pájaro de Alcatraz”) y Alvin Karpis.
La prisión cerró oficialmente por los altos costos de mantenimiento y el deterioro estructural, tras casi tres décadas en funcionamiento y 36 intentos de fuga —incluida la célebre evasión de Frank Morris y los hermanos Anglin en 1962, cuya suerte sigue siendo un misterio.
Trump aseguró que el complejo será restaurado con tecnología de seguridad de última generación y que se mantendrá el legado histórico del lugar. “Esta será una prisión modelo, inexpugnable como fue concebida originalmente”, afirmó. También mencionó que la reapertura podría convertirse en una atracción educativa y turística, combinando el castigo con la preservación histórica.
Actualmente, Alcatraz forma parte del Golden Gate National Recreation Area y recibe miles de turistas cada año. Sin embargo, con esta decisión, su futuro como destino turístico quedará en pausa.
El anuncio ha generado reacciones encontradas: mientras sectores conservadores celebran la medida como una muestra de mano dura contra el crimen, defensores de derechos humanos advierten sobre los riesgos de regresar a un modelo carcelario extremo.