Washington, D.C., se encuentra bajo un estricto operativo de seguridad mientras se prepara para certificar los resultados de las elecciones de noviembre, un proceso que llega cuatro años después del asalto al Capitolio por parte de los seguidores de Donald Trump, en un histórico episodio de violencia política. Los congresistas de la Cámara de Representantes y el Senado tienen hoy la misión de oficializar la victoria de Trump, un acto que la alcaldesa Muriel Bowser ha calificado como un “acontecimiento de seguridad especial”.
Este evento ha recibido por primera vez en la historia moderna de Estados Unidos tal categoría, lo que ha permitido el refuerzo de los recursos federales destinados a la seguridad, en un intento por evitar que se repita el caos ocurrido en 2021. La certificación llega en un contexto delicado, marcado por la promesa de campaña de Trump de ofrecer clemencia a sus seguidores acusados de participar en los disturbios, cuyos cargos fueron mayoritariamente menores, pero que aún afectan a un número significativo de personas, muchas de ellas ya sentenciadas a prisión.
El jefe de la policía del Capitolio, Thomas Manger, aseguró el viernes que su equipo está completamente preparado para garantizar una transición pacífica del poder y que el proceso legislativo proceda sin incidentes. Además, se contará con el apoyo de más de 500 miembros de la Guardia Nacional para brindar respaldo en la seguridad del evento.
Tras las críticas recibidas por las fallas en la preparación y protocolos del asalto a principios de 2021, la policía del Capitolio ha implementado las recomendaciones de una investigación especial, con el objetivo de mejorar su desempeño ante un posible intento de interrupción. Manger también afirmó que no existen "informaciones creíbles" que sugieran la presencia de manifestaciones masivas durante el evento.
Aparte de la certificación electoral, Washington se prepara para recibir el féretro del expresidente Jimmy Carter, quien será homenajeado con un funeral de Estado en el Capitolio este martes. El evento también será tratado como un acto de “seguridad especial” y contará con la participación de figuras políticas de gran relevancia, incluidos expresidentes, quienes asistirán a la ceremonia final en la Catedral Nacional de Washington.