El océano Pacífico, con sus aguas inmensas y misteriosas, esconde en su interior un mundo fascinante. Es el océano más profundo del planeta, con una profundidad máxima de 10.911 metros en la fosa de las Marianas, un lugar tan extremo que parece sacado de una película de ciencia ficción.
Imagine sumergirse en las profundidades de este abismo, donde la presión del agua es tan grande que podría aplastar un submarino como si fuera una lata de aluminio. La oscuridad es total, solo iluminada por la tenue luz de las linternas. La temperatura ronda los dos grados Celsius, un frío que calaría hasta los huesos.
En este ambiente hostil, donde la luz solar no llega y la presión es aplastante, habitan criaturas extrañas y maravillosas. Peces con escamas luminosas, calamares gigantes con ojos del tamaño de pelotas de fútbol, gusanos de tubo que viven alrededor de las rejillas hidrotermales expulsando fuego, un mundo completamente diferente a todo lo que conocemos en la superficie.
Explorar las profundidades del Pacífico es como viajar a otro planeta. Es un recordatorio de la inmensidad y la diversidad de nuestro planeta, y de lo mucho que aún queda por descubrir.
La fosa de las Marianas se encuentra al oeste del océano Pacífico, cerca de las islas Marianas. El punto más profundo de la fosa se llama Challenger Deep. La primera persona en descender a Challenger Deep fue el oceanógrafo estadounidense Don Walsh en 1962. En 2012, el director de cine James Cameron se convirtió en la primera persona en llegar al fondo de Challenger Deep en solitario.