Un moretón ocurre cuando una parte de nuestro cuerpo recibe un golpe. Este golpe, aunque no rompe la piel, si rompe nuestras fibras musculares y el tejido conectivo que existe debajo de la misma.
Luego de que esto ocurre, muchos de los pequeños vasos sanguíneos ubicados en la zona que sufre la contusión se rompen y como consecuencia, ocurre una fuga en la que la sangre se escapa y se dispersa muy cerca de la superficie de la piel. Pero al llegar allí, la piel bloquea la fuga de sangre pues esta no sufrió una herida y por ende, la sangre no tiene a dónde escapar.
Luego de una contusión, inmediatamente podemos notar que la zona toma un color rojizo que luego se oscurece, pasando a tonos azulados, oscuros y purpúreos. Todo esto se debe a la sangre estancada que salió de los vasos pero que quedó atrapada allí, entre los vasos y la piel.
La sangre se va filtrando hacia los tejidos circundantes de toda la sección dañada y esto hace que la zona cambie de color y, además, se vuelva más sensible.
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