Cuando se entrena o se está en un clima caluroso, el cuerpo aumenta la temperatura, lo que puede ser peligroso. Por esto el organismo debe hallar la forma de enfriar el cuerpo para mantener una temperatura correcta. Con esto, las glándulas sudoríparas de la piel se activan y así se transpira.
El sudor es en buena medida agua, por lo que es importante hidratarse bien siempre previo a un entrenamiento. Pues la consecuencia de no hacerlo podría ser una deshidratación severa.
Con lo anterior, se puede decir que la grasa no se suda, sino que se oxida y ocurre cuando el cuerpo busca la energía para realizar un entrenamiento o sencillamente para cumplir sus funciones vitales de costumbre.
Dicho requerimiento energético se mide en calorías, las cuales se obtienen por medio de la alimentación. Cada persona, según su peso, tamaño y edad, tiene un requerimiento mínimo de calorías que debe consumir para subsistir, conocido como la tasa metabólica.
Cuando se lleva una dieta en la que ingiere menos calorías de las necesarias, el organismo cubre esa falta con las reservas, que vendría siendo la grasa excedente del cuerpo. Es así es como se pierde la grasa, por lo que la grasa se suda realmente, sino que el cuerpo la utiliza, durante un esfuerzo para obtener el excedente de energía que sea necesario.
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