El Gobierno de Rusia ha descartado reanudar el Nuevo Tratado de Reducción de Armas Estratégicas (Nuevo START) con Estados Unidos, debido al actual deterioro de las relaciones diplomáticas entre ambas potencias. Así lo confirmó el viceministro de Asuntos Exteriores ruso, Sergei Riabkov, en una entrevista reciente.
El Nuevo START, firmado en 2010 por los entonces presidentes Barack Obama y Dmitri Medvédev, es el último gran acuerdo de control de armas nucleares aún vigente entre Moscú y Washington. Limita a 1,550 el número de ojivas nucleares estratégicas desplegadas por cada país y establece mecanismos de verificación mutua, incluyendo inspecciones presenciales y reportes transparentes sobre misiles y bombarderos.
Riabkov argumentó que, bajo las condiciones actuales, no existen motivos para reactivar el tratado. Señaló que la postura de Estados Unidos frente a la guerra en Ucrania ha erosionado cualquier base para retomar el diálogo sobre control de armas.
“Para avanzar en la reactivación del acuerdo, sería necesario revitalizar las relaciones ruso-estadounidenses, lo cual no consideramos posible en este momento”, expresó el funcionario.
La negativa de Rusia se dio horas después de una conversación telefónica entre el presidente Donald Trump y su homólogo ruso, Vladimir Putin. Aunque ambas partes describieron el diálogo como “bueno”, no hubo anuncios sobre avances en el tratado ni en el tema ucraniano.
El presidente Putin suspendió la participación de Rusia en el Nuevo START en febrero de 2023, paralizando las inspecciones y debilitando los mecanismos de transparencia. Aunque la suspensión no implica una salida formal del tratado, sí limita gravemente su aplicación.
El estancamiento del acuerdo eleva la incertidumbre global en materia de armas nucleares, justo cuando diversas naciones abogan por reforzar los compromisos multilaterales ante el riesgo de una nueva carrera armamentista.
Pese a la firme postura rusa, Riabkov no cerró por completo la puerta a una futura reactivación, pero condicionó cualquier avance a una mejora significativa en las relaciones bilaterales. Por ahora, la tensión geopolítica y la falta de diálogo constructivo entre ambas potencias mantienen congelado uno de los pilares del control nuclear global.