El chocolate blanco, un ingrediente popular en postres y dulces, ha sido objeto de debate sobre su autenticidad. ¿Es realmente chocolate? A continuación, exploraremos su origen, ingredientes, regulaciones y beneficios para la salud.
El chocolate blanco fue creado en los años 30 por Nestlé en Suiza, y se popularizó en Estados Unidos después de la Segunda Guerra Mundial. Se elabora con leche (en polvo), azúcar y manteca de cacao, que se extrae de los granos de cacao. Sin embargo, a diferencia del chocolate negro y con leche, no contiene pasta de cacao, que es lo que le da el color oscuro y el sabor amargo característico.
¿Es realmente chocolate?
La ausencia de pasta de cacao ha llevado a muchos a cuestionar si el chocolate blanco puede considerarse como tal. Para que un producto se considere chocolate, debe contener sólidos de cacao, ingrediente principal que el chocolate blanco no tiene.
Sin embargo, existen regulaciones que defienden su clasificación como chocolate. El Decreto 1055/2003, que regula los productos de cacao y chocolate, define el chocolate blanco como aquellas elaboraciones hechas con manteca de cacao, leche o productos lácteos y azúcares, siempre y cuando contengan al menos un 20% de manteca de cacao y un mínimo del 14% de extracto seco de leche.
Según National Geographic, los chocolates blancos de mala calidad tienen una tonalidad blanca, en lugar de marfil. Algunos fabricantes sustituyen la manteca de cacao por otras grasas más baratas, por lo que es importante prestar atención al color antes de consumirlo.
A diferencia del chocolate negro, el chocolate blanco no ofrece los beneficios para la salud asociados al cacao, ya que no contiene pasta de cacao. En cambio, es rico en ácidos grasos saturados, por lo que su consumo debe ser moderado.
A pesar de no ser considerado un chocolate "real" por algunos, el chocolate blanco se ha posicionado con éxito en el mundo culinario. Su suavidad y dulzura lo hacen ideal para combinar con frutas ácidas o para neutralizar el sabor de postres amargos.