Las expresiones idiomáticas son como pequeños tesoros lingüísticos que nos conectan con la sabiduría acumulada de generaciones pasadas.
Desde “meter la pata”, o “tirar la toalla”, cuya raíz histórica en el boxeo, hay otras que revisten de interés por su uso cotidiano como “más vale tarde que nunca”.
“Más tarde que nunca”: Origen y significado.
La expresión “Más vale tarde que nunca” nos invita a actuar, incluso si lo hacemos después de lo esperado. Su origen exacto es incierto, pero se ha transmitido a lo largo de la historia en diferentes culturas. En esencia, nos dice que es preferible hacer algo tarde que no hacerlo en absoluto. A veces, la oportunidad llega en un momento menos oportuno, pero aún así, debemos aprovecharla.
Este refrán se aplica a diversas situaciones cotidianas. Puede referirse a tareas pendientes, promesas incumplidas, problemas sin resolver o decisiones importantes. La idea subyacente es que la inacción no nos lleva a ningún lado; es mejor actuar, aunque sea después de lo previsto.
Es decir, esta frase busca reflejar una actitud positiva hacia la acción y la perseverancia. En muchas culturas, se valora la determinación y el esfuerzo, incluso si llegan en un momento tardío. Nos recuerda que siempre hay una oportunidad para hacer las cosas bien, sin importar cuándo llegue esa oportunidad.
Si nos hemos atrasado con un proyecto, por ejemplo, en lugar de rendirnos, podríamos trabajar arduamente para completarlo.
Aunque ampliamente aceptada, esta expresión también ha sido objeto de críticas. Algunos argumentan que podría justificar la procrastinación o la falta de responsabilidad. Sin embargo, su significado principal sigue siendo incentivar la acción, no la inacción.