Este intrigante fenómeno ha sido investigado por científicos del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y del Museo Nacional de Ciencias Naturales (MNCN), revelando secretos sobre la asombrosa capacidad sensorial de estos anfibios.
Sensor oculto en el suelo
Cuando las gotas de lluvia golpean la superficie terrestre, generan vibraciones que se propagan a través del suelo. Para los sapos, estas ondas sonoras de baja frecuencia actúan como señales vitales. En el oído interno de estos animales, específicamente en el sáculo y la papila anfibia, se encuentra un sofisticado sistema de detección de vibraciones. Este “detector sísmico” les permite percibir las ondas generadas por la lluvia, un fenómeno inaudible para los humanos pero crucial para la supervivencia de los anfibios bajo tierra.
Experimentos con sapos
Para comprender mejor este mecanismo sensorial, los investigadores recrearon el entorno natural de los sapos en el laboratorio. Utilizando sapos de espuelas y sapos corredores del Parque Natural de Doñana, los científicos realizaron pruebas con un transductor táctil enterrado a 10 cm de profundidad, simulando las vibraciones de la lluvia. Este experimento confirmó que los sapos respondían activamente a estas vibraciones, reaccionando como lo harían ante una lluvia real.
Contrario a las ranas que suelen ser más visibles, los sapos son conocidos por su habilidad para esconderse. Sin embargo, durante los días de lluvia, son avistados en grandes cantidades en carreteras y caminos rurales. Este comportamiento está relacionado con la necesidad de mantener la humedad corporal adecuada. En condiciones secas, estos anfibios podrían deshidratarse y morir, por lo que aprovechan las lluvias para salir de sus refugios subterráneos.
Épocas de cría y migración temporal
Otro fenómeno es la migración temporal hacia charcas temporales durante la época de cría, que ocurre generalmente entre febrero y mayo. En estos cuerpos de agua libres de peces, los sapos encuentran un ambiente propicio para reproducirse. Aunque no son adeptos al agua a largo plazo, durante la época de apareamiento desarrollan adaptaciones temporales que les permiten nadar y reproducirse exitosamente.
Los sapos y sapos corredores son solo ejemplos de cómo los animales interpretan su entorno de maneras inesperadas. Mientras que algunos desaparecen en ciertas épocas del año debido a la migración o la hibernación, estos anfibios revelan un comportamiento sincronizado y sensible a las condiciones ambientales cambiantes.