Si nos detenemos en lo referente a los aspectos físicos, bostezar produce un enfriamiento en el cerebro, el cual ayuda a que el cerebro funcione mejor.
Según la teoría que sostiene que el bostezo se produce como un mecanismo de enfriamiento y regulación del funcionamiento cerebral, es sabido que los bostezos se contagian desde tiempos ancestrales. Para entonces, los bostezos ayudaban a los grupos de vigilantes de nuestros antepasados a mantenerse alerta y detectar el peligro después de varias horas de vigilia y vigilancia.
Por otro lado, se ha señalado que algunas investigaciones sobre el bostezo han arrojado resultados que han determinado que el bostezo contagioso es un signo de empatía, una peculiar forma de vinculación social.
Los investigadores señalan que el bostezo implica un cierto tipo de vínculo, de comunicación social, por lo que los médicos serían capaces de diagnosticar problemas de comunicación y desarrollo social en niños con mayor facilidad que antes y todo gracias a los bostezos.
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