Hay más de dos mil especies de luciérnagas en el mundo. De estas, la mayor parte cuenta con un par de alas pequeñas y un abdomen alargado. Es en esta parte del cuerpo de las luciérnagas en donde la reacción química responsable de su bioluminiscencia ocurre.
Dentro de su abdomen las luciérnagas cuentan con una serie de órganos lumínicos, que se activan al recibir el oxígeno absorbido por medio de la respiración. La reacción que produce luz (y un bajo nivel de calor), se da cuando el oxígeno se mezcla con las células de una sustancia interna del insecto, llamada luciferina.
Las luciérnagas son creaturas dadas a habitar en las zonas húmedas de Asia y América, especialmente sobre lagunas y herbazales (aunque también se les puede ver en el ambiente urbano). La humedad y la pasión parecen ser pues los factores que impulsan el brillo de estos fabulosos insectos, ya que las luciérnagas utilizan los patrones que crean con su brillo para cortejar a parejas potenciales.
Pero no todo es amor. Las luciérnagas también pueden utilizar su luz para librarse de otros insectos que busquen depredarlas, aprovechando el brillo súbito de su abdomen bajo para confundir al atacante y huir.
De hecho, parece que en la naturaleza la bioluminiscencia suele poseer el carácter doble de una herramienta para la seducción y el ataque. Basta con ver el caso del pez linterna, que seduce y engaña a sus presas en las profundidades marinas, haciéndoles creer que la punta de su antena es un pequeño pez brillante, que no representa peligro alguno.
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