Todo asesino serial tiene una historia detrás de sí, generalmente marcada por ser testigos o víctimas de actos crueles e inhumanos.
Corría el año 1404, cuando nació Gilles de Rais en la Francia medieval, personaje que a muy temprana edad se quedaría huérfano de padre y madre. Este hecho fue vital para convertir a Gilles en aquello por lo que sería recordado hasta nuestro días: un asesino sádico y retorcido.
Si algo le gustaba a Gilles de Rais eran los niños, y todos los juegos con los que pudiera ejercer tortura sobre ellos. Métodos como el descuartizamiento o desollamiento, e incluso necrofilia.
En un inicio, las víctimas eran hijos de familias a las que se prometía un mejor futuro para los pequeños, o incluso mendigos. Sin embargo, la desaparición de niños no pasaría desapercibida, pues se estima que entre 1431 y 1440 desaparecieron alrededor de 1,000 niñas y niños. Así es, niñas también, aunque se dice que la predilección iba sobre el género masculino.
En 1435, para Gilles, los gastos ya no eran tan fáciles de sostener, y al parecer la cordura tampoco. Fue en esta etapa en que comenzó a recurrir al satanismo y a la alquimia con el propósito de mejorar su situación económica.
En octubre de 1440, Gilles de Rais fue declarado culpable de asesinato, brujería, sodomía, y violación al lugar sagrado. Se le atribuyeron las muertes de 140 niños, aunque dice fueron muchos más.