El castillo de Neuschwanstein es una edificación ubicada en los bosques cerca de Baviera, simboliza a Alemania como la Torre Eiffel a Francia y las pirámides a Egipto. Cada año, el castillo recibe la visita de 1.5 millones de turistas. Por lo menos la mitad de ellos son extranjeros.
No es nada fácil hallar este sitio. Neuschwanstein está situado a poco más de 100 kilómetros de Múnich y el hombre que ordenó su construcción, el rey Luis II de Baviera, escogió este lugar por su carácter solitario.
En un principio, Neuschwanstein no estaba pensado para recibir a visitantes. "Conserven estas salas como un santuario. ¡No dejen que los curiosos las profanen", les inculcó a sus hombres de confianza el rey Luis II, un hombre poco sociable.
El "rey loco" tenía aspiraciones más ambiciosas: el castillo debería traducir a la arquitectura las óperas de Richard Wagner (1813-1883) y las leyendas alemanas sobre las que estaban basadas. Los murales son una oda al mundo de Tannhäuser y Lohrengrin. Las pinturas están llenas de cisnes y megalitos, todo en colores vivos y con mucho oro. Luis II amaba el éxtasis desbordado, el despliegue de esplendor.
Él quería tener el castillo solo para sí, como refugio ante los poderes modernos no románticos. Incluso sopesó en algún momento mandar dinamitar la construcción después de su muerte.
Sin embargo, solo seis semanas después de su misteriosa muerte en el lago de Starnberg, en 1886, a la edad de solo 40 años, los primeros visitantes accedieron al castillo previo pago de la entrada. Desde entonces, la afluencia de gente nunca dejó de crecer, con excepción del período 1940-1945, durante la Segunda Guerra Mundial.